Este artículo problematiza la construcción de las categorías de víctima y victimario en el Informe Rettig (1991) y el Informe Valech (2004) desde la óptica de la teoría de género. El estudio de estas construcciones discursivas compele a mirar hacia atrás y adelante: atrás en el sentido de localizar las raíces de ciertos discursos en los nuevos movimientos sociales y la lucha democrática de los años setenta y ochenta, y adelante en el sentido que la hegemonía de ciertos discursos elegidos por la Concertación como legítimos siguen estableciendo los parámetros del actual escenario político chileno y probablemente lo seguirán haciendo en el futuro cercano. Esta investigación propone que una de las grandes desventajas de la política actual y su forma de enmarcar los discursos, es su capacidad de producir una falsa ruptura entre la violencia de antes y la violencia de hoy, particularmente en relación a la violencia de género.